UCO Y APCCC: UNA FRUCTÍFERA COLABORACIÓN

Los tiempos cambian muy deprisa y, afortunadamente, en el caso que nos ocupa, a mejor. No hace mucho tiempo, la universidad era en España una especie de ente superior, de otro planeta, “casi” de otra galaxia. Las relaciones entre las universidades y sus respectivos entornos sociales eran mínimas o nulas. Claustros y Rectores parecían habitar una torre de marfil, con aires de “encabezado de página”. El resto de los docentes nos situábamos al pie de esta fortaleza inexpugnable, mientras contemplábamos cómo se nos responsabilizaba del bajo nivel con el que el alumnado entraba (y entra aún) en el recinto amurallado universitario. Incluso el “apodo legal” que el aparato legislativo del Estado y las Autonomías dispensaba a Primaria y a Secundaria era un tanto despectivo: “Enseñanzas no universitarias”. La colaboración  con el resto de los docentes era mínima y solo se materializaba en contadas ocasiones: Para la obtención del Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP), hoy Máster en Educación, en el que participaban profesores/as de Secundaria; para la realización de las prácticas en los colegios de Primaria, por parte de los estudiantes de Magisterio y, finalmente,  en las coordinaciones de Selectividad.

Sea por la democratización de la sociedad, por adaptación al medio de la institución (una necesidad) o por un mayor reconocimiento del trabajo que se hace en las escuelas e institutos, el caso es que hoy se está produciendo, al menos en Córdoba,  una vertebración digna de elogio entre los diferentes niveles educativos. Estas relaciones existían, pero no eran visibles y no se concretaban en un proyecto común. Hoy en día son mucho más que evidentes. Observamos con gran satisfacción que los puentes que hemos ido construyendo durante estos cinco últimos años, están siendo cruzados en ambos sentidos. Y resulta prometedor que los intercambios entre los diferentes colectivos que se dedican a la tarea de enseñar, alfabetizar, divulgar la cultura y profundizar en la formación de los ciudadanos/as,  permitan poner en marcha acciones conjuntas y / o complementarias. No puede ni debe ser de otra manera.

Nos gusta esta universidad abierta, conectada con la sociedad. Una universidad que –siendo útil para sus alumnos, desde el punto de vista académico y profesional- contribuye a enriquecer al resto de los ciudadanos. En este sentido asistimos a un momento álgido en el campo de las Ciencias en nuestra ciudad.

La UCO, con su Facultad de Ciencias a la cabeza, ya estaba desarrollando actividades para promocionar sus estudios entre nuestros estudiantes de Bachillerato: Visitas a sus instalaciones, actividades de laboratorio, etc. Pero, gracias a la colaboración con la Asociación Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica, se están configurando en Córdoba los cimientos de un futuro muy esperanzador, con la ejecución conjunta de una serie de actividades de las que se está beneficiando toda la ciudad: Los cinco Paseos por la Ciencia, para los que la UCO ha aportado recursos económicos e innovadoras mesas de experiencias; las Tertulias del Botánico, con la participación desinteresada de ponentes universitarios y el novedoso Campus Científico para alumnos/as de 4ª de la ESO y 1º de Bachillerato, que se desarrollará en Rabanales durante el mes de julio (el único en Andalucía),  en el que participarán profesores/as de Secundaria.

En resumen,  un acercamiento que está dando sus frutos y que esperamos se consolide mediante la firma de un convenio de colaboración, ampliable a otras instituciones de la ciudad,  que, respetando la autonomía e independencia de nuestra asociación, nos permita alcanzar objetivos comunes, como la mejora de las relaciones entre Ciencia y Sociedad y el fomento de  una mayor Cultura en nuestra comunidad.

 

Sebastián Muriel Gomar y Casimiro Jesús Barbado López. APCCC

CATÁSTROFES Y CULTURA

Esta colaboración se gestó una tarde del abril, mientras el doctor Pedro Alfaro, profesor de Geología de la Universidad de Alicante, nos invitaba a reflexionar sobre los tres catastróficos terremotos de 2010. En enero nos sobrecogía el de Haití, con una magnitud de 7.0 en la escala de Richter y sus 200.000 víctimas mortales. En marzo, el de Maule (Chile), que, con una magnitud brutal de 8.8, sólo causó  setecientas muertes. Y en abril, el tercero, de 6.9, en la localidad china de Qinghai, que segó la vida de varios centenares de personas.

En todas estas regiones se conocen con exactitud el tamaño de las fallas causantes, la probabilidad de que el fenómeno se repita y la energía que podría liberarse en cada nueva sacudida. Circula una leyenda urbana que sugiere que este año hay más terremotos que nunca. Pero los estudios sismológicos no lo confirman. Anualmente se producen unos 960.000 terremotos: Uno catastrófico, con magnitud superior a 8; 18 destructivos, con una magnitud comprendida entre 7 y 7.9, y unos 120 que provocan daños importantes, con una magnitud de 6 a 6.9. Que causen más o menos víctimas mortales depende de varios factores. El primero es su energía. El terremoto de Chile fue 500 veces más potente que el de Haití (una unidad más en magnitud equivale a una energía 30 veces mayor). En segundo lugar, su profundidad. En Granada se produjo un terremoto de magnitud 6.3 el pasado 11 de abril, que no se sintió, ya que su hipocentro estaba a ¡617 km bajo nuestros pies! Un tercer factor es la proximidad del epicentro a zonas densamente pobladas. A estos factores naturales hay que añadir la vulnerabilidad de las construcciones y la cultura sísmica. Estos dos nuevos “ingredientes” humanos son fundamentales para explicar muchas de las diferencias relativas a los daños y a las víctimas. Un titular del diario El País sobre Haití lo sintetizaba a la perfección: “Un seísmo machaca a los pobres”.

Al finalizar su magnífica y documentada exposición dejaba en el aire tres cuestiones que, por el foro en el que las pronunciaba,  no eran meramente retóricas, sino una invitación para la reflexión y el trabajo en clase. En la primera preguntaba sobre el derecho de los ciudadanos/as a conocer cómo funciona el planeta. Un derecho que obliga al Estado a poner estos conocimientos a su disposición durante el periodo escolar. Quizá sea oportuno recordar la hazaña de Tilly Smith, una niña británica de 10 años, que salvó la vida a un centenar personas, al predecir la llegada de un tsunami, en diciembre de 2004. Todos vieron cómo se retiraba el mar en esa playa de Tailandia. Muchos se esperaron a capturar en sus cámaras el extraño fenómeno. Ella recordó una clase de Geología y supo interpretar los hechos. En Chile, en Japón o en la costa oeste de los EEUU, los ciudadanos/as poseen esta cultura sísmica. Sin embargo, en Andalucía, donde existe un importante riesgo sísmico, estos contenidos curriculares solo se desarrollan en profundidad en una asignatura optativa de 4º de la ESO.

¿Es la Naturaleza la responsable de las catástrofes? La Tierra posee una turbulenta vida exterior, que se manifiesta en forma de tornados, huracanes e inundaciones, cuyos daños podríamos evitar con una adecuada ordenación del territorio. Y esconde una agitada vida profunda, con una energía interna indomable que disipa mediante volcanes y terremotos. Pero no estamos desarmados. Los seres humanos atesoramos los conocimientos y la tecnología necesaria para disminuir drásticamente el número de víctimas de los terremotos de magnitud 7. “No matan los terremotos, sino el colapso de los edificios”, nos recordaba Pedro.

En último lugar preguntó si vivimos, realmente, en una sociedad del Conocimiento, con una razonable Cultura Científica. Yo afirmaría que nunca antes habíamos tenido acceso a tanta información a golpe de ratón. Pero como en un gran bufé libre, nos cuesta trabajo seleccionarla, cuestionarla y digerirla. Construyamos mediante la educación científica las herramientas intelectuales indispensables para entender el funcionamiento de nuestro mundo y, de paso, preparemos a nuestros hijos/as para afrontar los retos que nos esperan.

 

Casimiro Jesús Barbado López

Asociación Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica

Copenhague, paludismo y evolución

A mediados de agosto de 2009 un  equipo de científicos, con el biólogo evolucionista Francisco Ayala a la cabeza, comprobó que el paludismo o malaria pasó de los chimpancés a los humanos  en una fecha comprendida entre los 2-3 millones de años y el comienzo del neolítico, hace unos 10.000 años. La causa de esta enfermedad es la infección por un protozoo denominado Plasmodium, transmitido a las aves, chimpancés y humanos mediante la picadura del mosquito Anófeles.

Imaginémonos la siguiente escena en el continente africano, hace varios cientos de miles de años. Un homínino (en la jerga actual) se acuesta entre las ramas de un árbol próximo a un río, después de una “dura jornada” de caza o de recolección. Mientras duerme, un mosquito hembra, que acaba de picar a un chimpancé, se le acerca atraído por el calor de su cuerpo o por alguna sustancia volátil emanada de su hirsuta piel. Viajemos ahora al interior de su cuerpo. Al picarle le  inocula en la sangre varios individuos de una especie de Plasmodium a la que vamos a denominar  P1. Éstos se multiplican en su hígado. Algunos encuentran una nueva forma de anclarse en los glóbulos rojos de la “víctima”, permitiéndoles penetrar en ellos y reproducirse de nuevo en su interior de una manera un poco más eficiente. El proceso ira “mejorando” durante miles de generaciones y millones de picaduras. Vamos a llamar P2 a este nuevo parásito más agresivo. Hace 10.000 años, con la formación de asentamientos más grandes y estables, la enfermedad comenzó a extenderse sin freno entre los seres humanos.

Los investigadores han descubierto este parentesco evolutivo comparando las moléculas de ADN de ambas especies. La P2  o Plasmodium falciparum, responsable de la mortalidad en los humanos, es un descendiente de la P1  o Plasmodium reichenowi, la de los chimpancés. Se ha originado mediante varias mutaciones al azar en el  genoma de la versión original y  la selección de los microbios mutantes mejor dotados para reproducirse dentro del cuerpo humano y del mosquito. Esto es evolución en el sentido más darwiniano: La supervivencia de los más aptos. Paralelamente, los homininos (incluyendo los humanos actuales) han sobrevivido a la enfermedad utilizando los mismos principios evolutivos: Diversidad genética,  selección natural y reproducción de aquellos individuos más resistentes; los que, a la postre, logran transmitir a su descendencia esta ventaja adaptativa. Pero no parece que hayamos tenido mucho éxito a juzgar por los cientos de millones de personas afectadas y los 3 millones de muertes anuales (¡un niño cada 30 segundos!). La gripe H1N1 es,  a su lado, un banal resfriado.

La historia del descubrimiento de los mosquitos como vehículos de ciertas enfermedades infecciosas es un caso especial de chiripa con muy pocas dosis de ética, como veremos.  En 1880, el médico francés Charles Laveran encontró individuos de Plasmodium falciparum  por primera vez en la sangre de una persona afectada por la malaria. Dos años después, el inglés  Ronald Ross encontró el microbio, tras una persecución que se nos antoja implacable, en el contenido del estómago de un mosquito que acababa de picar a un enfermo. No obstante, esto no era suficiente, ya que había que probar que la enfermedad se debía a la picadura del mosquito. Para ello, metió en una misma jaula  pájaros sanos y enfermos de malaria aviar, sin que hubiera nuevos contagios. Cuando introdujo los mosquitos junto a las aves, los pájaros sanos comenzaron a enfermar. Poco después, tres italianos, Grassi, Bignami y Bastianelli, consiguieron que varios mosquitos procedentes de áreas palúdicas picaran a un ciudadano voluntario con trastornos nerviosos crónicos –cómo le convencieron parece un capítulo oscuro de la Historia de la Medicina-. La aparición de la enfermedad en el paciente confirmó lo que se sospechaba.

Según la Agencia Española de Meteorología, agosto de 2009 ha sido el tercer mes más cálido en la Península, desde 1961. Su segunda quincena posee el récord de “calor” de los últimos cincuenta años, en el centro peninsular, Extremadura y noroeste de Andalucía. Los científicos predicen que la malaria y otras enfermedades infecciosas adquirirán un nuevo protagonismo debido al calentamiento global que evidencian estos bochornosos datos estivales. Los estudios revelan, provisionalmente, que en países como España o Inglaterra aumentarán de manera significativa los casos de paludismo, como consecuencia del aumento de la población de mosquitos y de la supervivencia del protozoo en estas nuevas condiciones medioambientales. Pero esto ya no es casualidad, sino los efectos de un desastre anunciado desde hace varias décadas y que sólo ahora algunas administraciones están pensando en  mitigar. La cumbre de Copenhague aguarda impaciente a que los políticos se pongan de acuerdo en la reducción drástica de las emisiones de los gases de efecto invernadero. Esperemos que no sea demasiado tarde.

 

Casimiro Jesús Barbado López

Asociación Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica

CÍRCULOS, TRIÁNGULOS Y AGRADECIMIENTOS

La Universidad de Córdoba ha otorgado este año la distinción Tomás de Aquino a la Asociación Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica. Es un reconocimiento a la labor que desarrollamos desde hace tres años y que ha tenido varios momentos álgidos, como el Paseo por la Ciencia en el bulevar o  la celebración de varias conferencias con ponentes ilustres. Se trata de un compromiso que tiene un marco  y unos fines muy concretos, los cuales voy a describir de una forma poco convencional, mediante figuras geométricas.

El círculo es la figura perfecta. Todo lo que existe queda dentro de él: fuego, aire, agua y tierra. Representa el universo según Platón. Fueron dos círculos los que dibujó el matemático Niccolò Fontana, en Venecia, en 1537. El de mayor tamaño, en primer plano, rodea varios saberes del Renacimiento: Astronomía, Aritmética, Geometría, entre otros. En su interior, varios sabios esperan a los estudiantes que Euclides recibe en la entrada. Desde su trono, la Filosofía preside la escena, dentro del segundo círculo, más pequeño, situado al fondo y más arriba. En su puerta se sitúa adelantado Aristóteles; mientras Platón, detrás, airea una banda en la mano que reza: “Nadie que no sea experto en Geometría puede entrar aquí”.

Esa era la sabiduría en el siglo XVI. Hoy en día, sin embargo, el primer círculo es bastante más amplio; el universo no es redondo y, gracias al cosmólogo Edwin Hubble, sabemos que se expande desde su primer “latido”: El big-bang. Este círculo engloba  toda la Cultura generada por el ser humano. En su interior nos encontramos los profesores y profesoras tratando de infundir en nuestro alumnado los nuevos conocimientos, que alguien segregó, desafortunadamente, en  científicos y humanísticos. Nadie que no tenga una Cultura Científica elemental puede entender el mundo del siglo XXI. Al fondo, un círculo restringido, más inaccesible, presidido por una nueva Filosofía, sustentada  en la realidad objetiva, explorada y construida por la Ciencia, que pretende dar respuestas a las cuestiones más profundas sobre la naturaleza, el tiempo, el espacio y la vida. Nadie que no sea experto en Ciencias puede acceder a este conocimiento superior.

Pero Niccolò Fontana, apodado Tartaglia por su tartamudez, es conocido también por su famoso Triángulo de Números, que simboliza el trabajo de nuestra asociación dentro del círculo grande de las disciplinas académicas. Una labor que consiste en sumar reiteradamente, de arriba  abajo, desde la unidad del vértice superior, para construir una base más amplia: 1; 1,2,1; 1,3,3,1; 1,4,6,4,1;  y así sucesivamente, de forma simétrica e infinita. Sumando a lo que nos precede nuestras aportaciones. Desde las tareas más simples, hasta los trabajos más complejos. Desde los éxitos más claros, a las decepciones más tristes. Ésta es nuestra forma de afrontar el conjunto de nuestras metas: Reivindicar más y mejor enseñanza de las Ciencias; divulgar los conocimientos científicos en la sociedad y formarnos como docentes.

El triángulo anterior se denomina Triángulo de Pascal. Probablemente, si el genial inventor de la primera calculadora de la Historia hubiese conocido al  desamparado y empobrecido Tartaglia, le hubiese mostrado su reconocimiento. Una posibilidad  que me sirve, abusando de un fundido casi cinematográfico, para enlazar esta geométrica historia con nuestros agradecimientos. En primer lugar, al Consejo de Gobierno de la Universidad de Córdoba, por la distinción que nos ha concedido. En segundo lugar, a los miembros de esta asociación, por intentar hacer posible un sueño, casi una utopía: convencer a las autoridades educativas de que “Otra enseñanza de las Ciencias es necesaria y posible”, más preocupadas por las apariencias y los fuegos de artificio, que por el fondo. Y por último, a nuestras familias, a los que les robamos su tiempo.

Pero “la gloria, como una nube, desaparece si miras otra vez”.  Y antes de que se esfume, aprovechémosla para tomar impulso y seguir reivindicando una mayor presencia de la Cultura Científica en la escuela y en la sociedad, como una herramienta imprescindible para la democracia.

 

Casimiro Jesús Barbado López

Presidente de la APCCC

EL BUENO, EL FRÍO Y EL MALO (DIARIO CÓRDOBA. DICIEMBRE 2007)

El día 28 de noviembre de 2007, año “glamoroso” de  la Ciencia en España, ha sido, probablemente, un día gris para el conocimiento científico en Andalucía. La razón se encuentra en tres noticias desconectadas, pero que podríamos aglutinar bajo el título modificado de un clásico del cine del Oeste,  que todos/as recordamos por  su intensa banda sonora, configurada mediante los silbidos de otro genial andaluz, Curro Savoy.

Comenzaba el día con un gesto bueno, tal vez sin consecuencias prácticas, pero amable, enmarcado en la visita de los Príncipes de Asturias para inaugurar el nuevo Rectorado. Pero tal vez no sea este acto protocolario lo más destacable de esta visita, sino la entrevista institucional que mantuvieron los miembros de la Casa Real con 12 jóvenes investigadores/as, en la que conocieron, gracias a estos trabajadores/as “en precario” sus inquietudes y la situación económica y laboral que atraviesan,  mientras los Príncipes abogaban por un mayor reconocimiento social para la investigación científica y destacaban su importancia a la hora de construir un país moderno.

Pero la mañana nos reservaba otras dos sorpresas más, que iban a cubrir de nubarrones educativos un soleado y apacible día de otoño. Una de ellas surgía de las páginas del suplemento de Educación del Diario Córdoba, con las declaraciones de  la Consejera Cándida Martínez, a propósito del año de la Ciencia. En la entrevista comentaba, respecto a las mejoras introducidas en las enseñanzas científicas, que se han incrementado el número de horas en materias instrumentales y se han desdoblado las matemáticas, como si la solución al escaso número de vocaciones científicas, las dificultades del alumnado en Ciencias o el analfabetismo científico de la ciudadanía pasase sólo por dar más horas de lengua o matemáticas, obviando los graves problemas de fondo. Preguntada sobre las quejas del profesorado de Ciencias, que piden más tiempo para estas áreas y más recursos para realizar  experiencias en Primaria y Secundaria, la consejera responde que son los centros, en base a su autonomía, los que deben repartir las horas de “libre configuración” entre aquellos ámbitos de conocimiento que estimen oportunos (se refiere a las dos horas en primero y una en segundo de la ESO que empezaremos a disfrutar el próximo curso).  A los que llevamos varios años reivindicando una mejora en la calidad de las enseñanzas científicas, estas palabras son un jarro de agua fría; es decir: un baño que nos deja “pasmados” y más helados, si cabe, tras el “caramelo en la boca” del congreso de Granada, para celebrar por todo lo alto el centenario de la Teoría de la Relatividad; las vaguedades y generalidades de la LEA y los decretos de la LOE, que ha dejado a las Ciencias como estaban (o peor, que es lo mismo que no hacer nada).

Pero la “penitencia” por estas declaraciones caería como una losa ese mismo día,  en la web “magisnet”, de la revista Magisterio,  con la filtración de los malos resultados del informe PISA 2006 (aunque dudo que la Consejera desconociese estos datos). Este diario lo tituló, con gran acierto, al día siguiente: “Andalucía es la comunidad con menor conocimiento científico”.  Recordemos las cifras: si las enseñanzas científicas ya estaban mal en España y en Andalucía, los resultados de 2006 no pueden ser más categóricos: España obtiene 488 puntos, por debajo del promedio de la OCDE, ocupando el puesto 31, de un total de 57 países; mientras que Andalucía, con 474 puntos, se coloca a la cola del Estado, en un ranking que encabezan Castilla y León y La Rioja, con 520 puntos. Pero si esto es preocupante (sin progresos desde PISA 2003), más preocupante es aún el que el 23 % del alumnado andaluz esté por debajo del nivel mínimo (es lo contrario a la equidad, en la jerga de PISA), mientras que en España es el 20 % y en Castilla y León, solo el 9%. O que el 3% de nuestro alumnado  obtenga un rendimiento elevado (excelencia, en términos técnicos), frente al 5 % de España o el 9 % de la Rioja.

Será a partir del 4 de diciembre cuando conozcamos oficialmente éstos y otros datos y los analicemos en profundidad. Mientras tanto, dejemos constancia de un buen gesto, de unas declaraciones que nos dejan “fríos” y de unos malos resultados. Todo ello reafirma nuestra postura y nos anima a seguir trabajando por la Cultura Científica, que es, frente a los grandes retos de la Humanidad, la esencia de la Cultura Democrática.

 

Casimiro Jesús Barbado López

Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica

CIENCIA SOCIAL, DIÁLOGO DE SABERES (DIARIO CÓRDOBA. 12.12.2007)

El pasado mes de noviembre tuvo lugar en Madrid el IV Congreso de Divulgación Social de la Ciencia: Cultura científica, cultura democrática. La Asociación de Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica estuvo allí y sacó sus conclusiones.

Durante tres días se han comunicado multitud de experiencias, multitud de ideas y un sin fin de preguntas y respuestas salpicaron el ambiente. El congreso internacional -bien apadrinado por el CSIC y la FECYT- logró reunir en Madrid a varios centenares de personas interesadas por el evento. Serían muchas las cosas a destacar.

Hoy queremos dar a conocer lo importante que puede resultar la colaboración entre la comunidad científica y la ciudadanía.

Dentro de la simultaneidad de comunicaciones, elegimos un conjunto de ellas que bajo el título de ´Modelos de participación ciudadana a través de la coproducción del conocimiento científico´ prometía algo diferente, algo nuevo. Era un menú desconocido pero nos atrajo la variedad. Al terminar, tras casi dos horas, superados todos los márgenes horarios, los asistentes aplaudimos con fuerza. Es algo extenso pero trataremos de abreviar. Se dan nombres y pistas por si alguien quiere buscar en Internet.

Abrió la sesión Santiago Tomás, de la Universitat Oberta de Catalunya. Su comunicación era muy sencilla: En Cataluña han elaborado una web dedicada al trastorno bipolar (ciclos de depresión alternados con euforia). Es un lugar de encuentro de los afectados, amigos y familiares. No hay publicidad ni apoyo institucional. Es un foro de no especialistas, la voz de los no expertos. Lo cierto es que los pacientes se han convertido en auténticos expertos, aparte del apoyo y compañía que se dan. En poco tiempo los expertos (psicólogos, psiquiatras) han empezado a visitar la web solicitando la ayuda de los enfermos para elaborar sus diagnósticos y facilitar los tratamientos.

La segunda nos sorprendió igualmente: Ricardo Silveira, Universidad Estatal de Campinas, Sao Paolo, Brasil. Nos contó una fantástica experiencia: La citada Universidad colabora -en igualdad de condiciones- con las cooperativas populares de triaje de residuos sólidos urbanos dentro de un proyecto de economía solidaria.

La información circula en la doble dirección, universidad-cooperativas, y múltiples mejoras han podido concretarse en la práctica. Universidad y cooperativas trabajan por la inclusión social. Investigadores y cooperativistas están encantados, a pesar de algunos problemas de comunicación. Las cooperativas de triaje se extienden por el país.

Florística y conocimiento científico en comunidades indígenas de la cuenca media del río Balsas fue comentada por Moisés Robles de la Universidad Autónoma de México. Estado de Guerrero, cerca de Acapulco. Bosque caducifolio. Alto grado de conservación. Entre población indígena y expertos de la universidad se han clasificado más de 500 especies de plantas. Se han fotografiado, se hicieron exposiciones y publicaciones. Funciona un consejo de estudio de ancianos que trabajan codo con codo con los científicos. Confluencia de intereses entre investigadores y comunidad local.

Comunicación social de las técnicas de neuroimagen y participación ciudadana, Alicia Rodríguez de la Universidad de Málaga. Estas técnicas permiten ver el cerebro mientras se siente, se miente o se piensa. Puede detectarse cierta propensión a la violencia o a comprar: respuestas diferentes ante diferentes marcas. Hay motivos para el entusiasmo, pues enfermedades como el alzhéimer o el parkinson ´avisan´ antes de que comiencen. Se trata de un terreno propicio para la participación ciudadana por las implicaciones neuroéticas que se derivan. Si manda el cerebro ¿no soy responsable de lo que hago? ¿Se puede conocer como una persona es? Las consecuencias de estos descubrimientos afectan a científicos, políticos, filósofos, investigadores, legisladores, periodistas, etcétera.

Diálogo de saberes entre el conocimiento tradicional y científico para la conservación de la piangua. Silvana Espinosa, Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras -Colombia- Costa Pacífica sur.

La piangüa es una concha, base alimenticia de una buena zona de Colombia. Las piangüeras son las mujeres que tradicionalmente las recolectan en condiciones de riesgo. Estas gentes detectan que la piangüa está amenazada debido a la sobre-explotación y solicitan la colaboración del citado instituto para conocer bien periodos de descanso, tamaño mínimo a recolectar etc. Trabajo difícil: cada afirmación de las piangüeras era contrastada por experimentos.

Finalmente, se comprobó que más tiempo de descanso de los criaderos no significaba más piangüas. Era fundamental que los pies de las piangüeras movieran la tierra. No mover la tierra significaba piangüas aprisionadas por ella y esto no permitía crecer al animal.

Actualmente las investigaciones continúan y la piangüa se está recuperando.

 

Sebastián Muriel Gomar

Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica

¡El tabaco, la droga nacional!

Hubo un tiempo en que el tabaco estaba prohibido, en que un fumador podía ser ejecutado o mutilado. Y hoy….

Un pitillo colocado con esmero entre los labios, un individuo – con el tiempo también la fémina –  oportunamente echado sobre la pared, exhalando magistralmente ese humo blanco… Una escena en una película cualquiera de los años del cine sin color con, por ejemplo, Humphrey Bogart como protagonista. ¡El tipo duro, el hombre! ¡Un auténtico modelo social en los albores del siglo XX!

Entonces sólo era una imagen que copiar, afianzado por la disponibilidad de la droga. Y vaya si se copió, actualmente somos millones de personas en todo el mundo, hombres, mujeres, adolescentes, niños, niñas y toda una retahíla de enfermedades asociadas, de muertes. Somos los mismos padres un ejemplo para nuestros hijos, deseosos éstos, por otra parte, de parecer adultos.

Es la ciencia y la tecnología, a través de los científicos, la que haciéndose eco de una lacra social, trata de bajarnos los humos, de ponernos datos ante nuestras propias narices, esas que todavía absorben inocentemente parte de los “cientos” de componentes químicos que conforman el tabaco.

Los investigadores nos dicen: << basta una pequeña cantidad de humo de tabaco inhalado indirectamente para dañar la facultad de aprendizaje de un niño, afectando su capacidad de lectura, matemática y razonamiento>>, <<los estudiantes que ven relativamente más películas en las que se fuma también poseen actitudes más positivas hacia este hábito>>.

Uno de los estudios más amplios sobre el fumar pasivo halló que la inhalación del humo de los cigarrillos que otros fuman aumenta el riesgo de asma y de otros trastornos respiratorios en los no fumadores, como la falta de aliento, la opresión torácica y la función pulmonar en los adultos; y que esto sucede en muchos sitios, especialmente en el centro de trabajo.

Los gobiernos están obligados a establecer nuevos patrones de salud, ya sea en centros públicos, en los lugares de trabajo o en el hogar de cada uno de nosotros. Y si todo esto tiene por motor sólo intereses económicos, benditos sean.

Casi todos los fumadores, entre ellos nuestros alumnos de la E.S.O., creen conocer perfectamente los riesgos del tabaco para su salud, pero lo cierto es que tienen una gran cantidad de concepciones falsas. Tal es el caso de creer que los cigarrillos son menos peligrosos cuando no tienen filtro, cuando tienen un reducido contenido de alquitrán o cuando se han eliminado los aditivos; que la nicotina causa cáncer, o que el riesgo de éste es el mismo para el no fumador que para aquel que fuma 5 cigarrillos al día; que las medicaciones contra la nicotina eliminan completamente la necesidad de fumar; o que la probabilidad de desarrollar un cáncer depende más de la edad de la persona que del mero hecho de fumar.

En pleno siglo XXI, ¿estamos realmente informados? ¡Ya es hora de aprender y enseñar que un solo cigarrillo hace daño!

 

Antonio Muñoz Bermejo

PROFESORADO DE CÓRDOBA POR LA CULTURA CIENTÍFICA

A DON MANUEL TOHARIA, MAESTRO DE MAESTROS, DEFENSOR DE UNA ÚNICA CULTURA. (DIARIO CÓRDOBA 2007)

Acostumbrados como estamos a los discursos planos de ponentes que saben mucho, muchísimo, pero que no transmiten emoción; el pasado día 22 de febrero comprobamos que las cosas pueden ser de otra manera.

Allí estabas, detrás de la mesa, sin papeles, sin ordenador, sin más tecnología que el torrente de tus ideas y de tu voz; sin más recursos que la palabra amiga, convencida y sin doblez.

Fue durante tu conferencia o, mejor dicho, durante el encuentro con tus nuevos amigos y discípulos de Córdoba, mientras combinabas, con  sabiduría magistral, el tiempo, el volumen de tu voz y ¡el espacio! Esos momentos tranquilos, hilvanando ideas, haciendo propuestas…  Seguidos de otros momentos de fuerza, de tensión, cercanos al enfado y la rabia, para rebatir, criticar y denunciar el “status quo” de la incultura actual. Un sano, y a veces raro, ejercicio de sinceridad, al sacar fuera de ti las esencias de tu mente inquieta y rebelde (diría de tu alma, si ambos creyésemos en su existencia etérea, fuera de los límites de nuestras neuronas). Y de vez en cuando,  momentos divertidos, esparciendo risas por la sala con anécdotas familiares, profesionales e incluso “Reales”.

Gracias por la forma de exponer tus ideas, por las vivencias y emociones que despertaste en nosotros. Gracias también por tu contribución a desmontar patrañas, por el revolcón a curanderos, astrólogos e “íkeres jiménez” que pueblan nuestra fauna y por reafirmar que nuestro trabajo, como defensores y defensoras de la Cultura (que no es de letras ni de ciencias) consiste en arrancar a las personas de los brazos de la ignorancia, en “desbobar” a los “bobos”, utilizando tus palabras que, en ningún caso sonaron a insulto, sino a revulsivo o purgante para las conciencias adormecidas,  para la sociedad y, sobre todo, para los políticos de turno.

Pero el momento cumbre, que nos puso la piel de gallina, fue cuando recorriste la anchura del salón con el fin de explicarnos el «boom» demográfico. Paso a paso ibas señalando el suelo y la pared, recreando las variables de una investigación científica. Podrías haber utilizado una diapositiva. Pero ninguna imagen hubiera sido más efectiva que la un hombre menudo, canoso, con voz afable, alzando sus manos cerca de la puerta del salón de actos del CEP, para explicar que la Humanidad ha pasado, en poco más de un siglo (unos pocos centímetros de suelo), de 1500 a 6500 millones de habitantes, gracias al progreso científico. Y, a renglón seguido, pasar  de esta alabanza, a la realidad más dramática: a pesar  de este progreso, el 20 % de los seres humanos disfrutan del 80 % de los recursos.

Gracias, en definitiva,  por hacernos comprender que, a pesar de que el cambio climático ocupa las portadas de los medios de comunicación de todo el mundo, como un problema medio-ambiental gravísimo y con consecuencias terribles para los países ricos (y también para los menos desarrollados), el mayor reto al que se enfrenta la Humanidad es la inmensa pobreza del tercer y cuarto mundos, la desigualdad e injusticia en la distribución de la riqueza y, sobre todo, la insolidaridad de los que disfrutamos de las más altas cotas de bienestar.

 

Casimiro Jesús Barbado López

Coordinador del Colectivo Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica

PRESENTACIÓN DE LA CONFERENCIA DE BERNAT SORIA. CEP DE CÓRDOBA. 2007

Buenas tardes. El tiempo es un factor limitante, por eso seré breve. Quiero enmarcar esta conferencia dentro de las actividades del colectivo al que represento y, para ello, voy a leer en voz alta unas cuantas reflexiones hilvanando CINE, CIENCIA y REIVINDICACIONES.

PLANTEAMIENTO

“Empezaremos con un terremoto, y a partir de aquí, haremos que la película vaya in crescendo…” Esta era la filosofía cinematográfica de Cecil B. de Mille, famoso director de cine de los años cuarenta. Comenzar en el clímax y proseguir cuesta arriba. Difícil empresa.

La misma estrategia que la del colectivo Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica durante los primeros meses del año 2007. El terremoto lo vamos a experimentar en este salón de actos, dentro de unos minutos, escuchando del profesor Bernat Soria el devenir de sus investigaciones sobre células madre. Y después, otras conferencias de similar magnitud en la escala Richter y una locura maravillosa: el Paseo por la Ciencia, el 17 de marzo. Todo ello concebido bajo una misma línea argumental: sensibilizar a la sociedad respecto al papel de las Ciencias en la Educación y reivindicar, utilizando una enigmática y  paradójica frase de la Consejería de Educación, que “otra enseñanza de las Ciencias es necesaria y posible”.

NUDO

Cuentan que un día de diciembre del año 2005, Albert Einstein y Miguel de Cervantes hicieron parada y fonda en nuestra ciudad, después de visitar cuatrocientos cincuenta y siete institutos y doscientos noventa y ocho colegios, celebrando sus respectivos centenarios. Durante la cena comentaron el abismo existente entre las Ciencias y las Letras. La Consejera, peregrina cultural como los dos grandes genios, les adelantó, con gesto serio y comprometido, lo que serían los ejes de su nueva política educativa, encaminados a paliar este desastre: más bibliotecas en los centros, más tiempo para la lectura en la escuela, alfabetización científica de la sociedad andaluza y una revisión del papel de las Ciencias en el currículo, con mayor carga horaria para las áreas científicas, uso de los laboratorios en todos los centros de Primaria y Secundaria y cambios metodológicos desde una perspectiva investigadora y experimental. Dicen que el ilustre físico y el genial escritor durmieron plácidamente aquella noche…

La historia que acabo de contar pertenece, sin duda y por desgracia, al género de la  Ciencia Ficción. Sin embargo, la realidad y, lo que es más grave, el futuro de las Enseñanzas Científicas configuran un film casi patético y algo surrealista, más de un año después de la celebración de los fastos del Quijote y de la Teoría de la Relatividad y con los decretos de la Ley Orgánica de Educación para Andalucía en ciernes: laboratorios inexistentes o cerrados, escasez de tiempo para el desarrollo de los contenidos, enseñanza encerrada en los límites del libro de texto, desaparición de la Biología-Geología y de la Física-Química como áreas obligatorias e independientes en la ESO y algo inconcebible para la alfabetización científica:  su optatividad, atentando contra la esencia misma de la Cultura. Y todo bajo el paraguas del recientemente proclamado año de la Ciencia. Otra cortina de humo y un triste sarcasmo.

DESENLACE

Pero no son tiempos para el desánimo y estos familiares y adaptados versos de un aprendiz de poeta, pueden servirnos como contrapunto:

¡Que los políticos no rompan la vidriera de la magia!

¡Qué no intenten robarnos el hechizo! …

Porque esta lucha es  nuestra.

Y estos versos escritos son futuro.

Son ilusión, comprensión, mañana.

¡Mañana!… eso es la Ciencia.

EPÍLOGO CON AGRADECIMIENTOS

¿Al Excmo. y Magnífico Rector, a la Ilma. Delegada de Educación y a la Sra. Concejala de Educación e Infancia, por honrar con su presencia este acto? Al CEP de Córdoba, por su apoyo a nuestras iniciativas; a todos/as los miembros del colectivo, por las ilusiones compartidas en torno a las Ciencias y al resto de los asistentes, por su hipotética complicidad. Cedo la claqueta a Manuel Casado, asesor de esta casa, para que nos presente al ilustre invitado de hoy.

Casimiro Jesús Barbado López.

Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica (Diario Córdoba)

Existe en Córdoba un colectivo denominado Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica, constituido por profesores de enseñanzas secundaria y superior, que se creó en mayo del pasado año y que surge como respuesta a la situación de las Ciencias en el actual sistema educativo, en el cual la alfabetización científica queda fuera de la educación obligatoria y la enseñanza de las Ciencias es relegada a un papel secundario en la formación integral de la ciudadanía.

Sus objetivos son concienciar a la sociedad de la importancia de las Ciencias en la educación integral del ser humano, reivindicar medidas concretas para mejorar la Enseñanza de las Ciencias, promocionar la Cultura Científica en la escuela y en la sociedad en general, potenciar la comunicación entre el profesorado de Ciencias y de éste con la sociedad, mejorar la actualización científica del profesorado, elaborar documentos para la promoción y la divulgación de la Ciencia y reivindicar las Ciencias como materias instrumentales básicas en la formación y desarrollo de las personas. Los miembros del colectivo llevan a cabo este empeño de forma totalmente altruista, con generosidad y movidos por su amor a las ciencias.

Hasta ahora, sus actividades han consistido en tener reuniones con los representantes de los partidos políticos para transmitirles sus inquietudes y proyectos, y en colaboraciones periódicas en la prensa con artículos de divulgación de la Ciencia. El día 9 de marzo será su “presentación en sociedad” con una conferencia en el salón de actos de CajaSur titulada «Alimentos transgénicos: realidad y ficción, ventajas e inconvenientes» impartida por Gabriel Dorado Pérez, profesor de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Córdoba y dos días después, en colaboración con el Ayuntamiento de la ciudad, se celebrará un acto denominado “Las Ciencias a la Calle”, que pretende ser un primer paso para acercar las ciencias al ciudadano mediante la realización de sencillos experimentos.

En el tema de la cultura hay una cierta confusión. Por supuesto que cultura es saber de arte, de historia, de filosofía o de literatura. Pero la cultura no acaba ahí. La Ciencia también es cultura y la incultura científica de este país, en general, y la de los alumnos de secundaria, en particular, es muy preocupante. El conocimiento científico es un elemento imprescindible para poder interpretar el mundo que nos rodea, y hoy que tanto se habla de la sociedad del conocimiento, sería bueno que estuviésemos concienciados de que eso implica también poner a las Ciencias en el lugar que les corresponden.

Los expertos cifran en 60.000 los científicos que se necesitan para que España se suba al tren tecnológico y el crecimiento económico no se convierta a medio plazo en un espejismo. En este sentido, es fundamental concienciar a la sociedad y sobre todo a sus representantes, los grupos políticos, acerca del papel de las Ciencias en el progreso de la sociedad y la importancia de las materias científicas en la formación de los ciudadanos.

Si miramos a nuestro alrededor, veremos que estamos rodeados de fenómenos que tienen una explicación científica pero que la inmensa mayoría de la sociedad desconoce. También comprobaremos que la mayoría de los objetos y materiales que utilizamos se han podido fabricar gracias a la Ciencia y ya no es posible imaginar un mundo sin tecnología detrás de la cual está la Ciencia básica. Sin el conocimiento que proporcionan las Ciencias sería imposible alcanzar este grado de desarrollo y progreso.

Sin una base sólida en Ciencias nuestros alumnos estarán abocados al fracaso en sus estudios superiores y el desarrollo científico de nuestro país se resentirá notablemente.

Las Ciencias están maltratadas en la enseñanza secundaria y esto resulta paradógico. Esta denuncia no va contra las otras ramas del saber. Tan necesarias son las unas como las otras. Esta falsa competencia sería algo análogo a la pregunta ¿a quién quieres más, a papá o a mamá?

Los políticos deben poner remedio a cuestiones como que, según el Instituto Nacional de Evaluación y Calidad del Sistema Educativo (dependiente del Ministerio de Educación y Ciencia), nuestro sistema educativo es de los que menos horas dedican a las Ciencias en la Unión Europea; que hay un uso muy escaso de los laboratorios en los distintos centros debido al horario insuficiente y al elevado número de alumnos por aula (30 en ESO y 35 en Bachillerato); que según los informes PISA de 2000 y 2003, los resultados de nuestros escolares en el ámbito científico son malos; que la formación científica es opcional en 4º de la ESO, cuando debería ser obligatoria; que está disminuyendo notablemente el número de alumnos matriculados en bachilleratos científicos, así como en carreras de Ciencias e Ingenierías, y que la estructura de los bachilleratos científicos es caótica, puesto que permite la titulación de los alumnos con graves carencias en conocimientos científicos básicos, lo que se traduce en una falta de preparación para la Universidad y que éstas tengan que diseñar los denominados “cursos cero” para los estudiantes de nuevo ingreso. Estos cursos son un claro reconocimiento del fracaso del bachillerato en la formación científica de los alumnos.

Por favor, pongan remedio a esto. Si necesitamos científicos, no maltratemos a las Ciencias en la formación de nuestra juventud. Nos estamos jugando una parte muy importante de nuestro futuro.

 

Juan José Ruiz

Miembro del colectivo Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica